Sin darnos cuenta, recuperamos en nuestro rostro el gesto de la tía Paca, a la que de pequeños tanto amábamos; también algunas de sus frases, de sus expresiones espontaneas. No lo hacemos adrede; pertenecemos a una especie que se forma con la imitación de las personas amadas y admiradas, imitación consciente o inconsciente. Igualmente, y con la misma inconsciencia, funcionamos con impulsos morales idénticos a los que muchas veces disfrazamos de modernidad; pero es sólo un disfraz. La tía Paca era muy buena mujer, pero temía a los negros; en su pueblo, y en los tiempos de su juventud, no había inmigración, y el prejuicio campaba a sus anchas con la misma inconsciencia de ser prejuicio que siempre sufrimos ante los aprendizajes adquiridos por mimetismo; no lo consideraba un prejuicio, quizá ni siquiera comprendía lo que era un prejuicio; y, los hijos y nietos de tía Paca, ya en pleno siglo XXI, nos podemos considerar antiracistas y llenarnos la boca de hermosas frases que nos hacen sentir bien con nuestro ser; pero llega un día nuestra hija con un novio que tiene un tatoo, o que lleva cinco pendientes, o que dice que es anarquista, o que tiene un padre en la cárcel, y nos sale el prejucio de tía Paca que ha mutado; ya no es mayoritariamente hacia los negros, porque nuestra tribu, lo socialmente correcto en el siglo XXI, no lo permite; es hacia nuevas diferencias que nos dan miedo sin razón; nuestra mente busca rápidamente razones y se aferra a ellas únicamente para dar argumentos al rechazo, pero no tiene razón, solo razones que salvan momentaneamente la desnudez del prejuicio, la herencia cultural de tía Paca, que a su vez la heredó de sus mayores.
Una opinió de tot, des de fora de tot, que no coincideix necessàriament amb el que ens han ensenyat des de sempre.
Saturday, July 11, 2020
Las sectas invisibles
Sin darnos cuenta, recuperamos en nuestro rostro el gesto de la tía Paca, a la que de pequeños tanto amábamos; también algunas de sus frases, de sus expresiones espontaneas. No lo hacemos adrede; pertenecemos a una especie que se forma con la imitación de las personas amadas y admiradas, imitación consciente o inconsciente. Igualmente, y con la misma inconsciencia, funcionamos con impulsos morales idénticos a los que muchas veces disfrazamos de modernidad; pero es sólo un disfraz. La tía Paca era muy buena mujer, pero temía a los negros; en su pueblo, y en los tiempos de su juventud, no había inmigración, y el prejuicio campaba a sus anchas con la misma inconsciencia de ser prejuicio que siempre sufrimos ante los aprendizajes adquiridos por mimetismo; no lo consideraba un prejuicio, quizá ni siquiera comprendía lo que era un prejuicio; y, los hijos y nietos de tía Paca, ya en pleno siglo XXI, nos podemos considerar antiracistas y llenarnos la boca de hermosas frases que nos hacen sentir bien con nuestro ser; pero llega un día nuestra hija con un novio que tiene un tatoo, o que lleva cinco pendientes, o que dice que es anarquista, o que tiene un padre en la cárcel, y nos sale el prejucio de tía Paca que ha mutado; ya no es mayoritariamente hacia los negros, porque nuestra tribu, lo socialmente correcto en el siglo XXI, no lo permite; es hacia nuevas diferencias que nos dan miedo sin razón; nuestra mente busca rápidamente razones y se aferra a ellas únicamente para dar argumentos al rechazo, pero no tiene razón, solo razones que salvan momentaneamente la desnudez del prejuicio, la herencia cultural de tía Paca, que a su vez la heredó de sus mayores.
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1 comment:
Espectacular!
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